Al rescate de unas chuchitas atrapadas.

Las zarigüeyas no son ratas. No se alimentan de la basura ni se procrean en medio de ella. No propagan enfermedades y por eso, a muchos, han empezado a despertar ternura. Sin mencionar que cumplen un papel fundamental en los procesos bilógicos urbanos.

La zarigüeya es de la familia del koala y el canguro. Consume frutos y semillas; ayuda a controlar ratas, pequeños reptiles, anfibios e invertebrados, y es dispensador de semillas, lo que favorece la expansión de la vegetación.

La popularmente conocida “chucha” se alimenta principalmente de frutas, raíces e insectos. Cumple funciones ecológicas importantes como ayudar a dispersar semillas y por eso se ha ido ganando el cariño de muchos medellinenses. Y es que en la plazoleta de suramericana de la comuna 11, junto al barrio Carlos E. Restrepo, por ejemplo, las personas conviven de manera armónica con estos curiosos marsupiales. Se ha vuelto regular verlos caminando en las calles y descansando en los jardines sin ningún rastro de nerviosismo hacia las personas.

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Las zarigüeyas, animales bellos y necesarios para el ecosistema

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